Cementerio de vajillas

Fábrica de loza San Claudio

 

Fábrica de loza San Claudio abandonada
Fábrica de loza San Claudio abandonada

La tradición ceramista en San Claudio se remonta a finales del siglo XIX, con la existencia de varias empresas dedicadas a la producción de ladrillos y tejas. San Claudio es un pequeño pueblo muy cerca de Oviedo.

Todo empezó en 1901 cuando el industrial Senén María Ceñal, aprovechando la ubicación estratégica de San Claudio (cercana a Oviedo, con acceso a agua, carbón y ferrocarril), funda la Fábrica de Loza de San Claudio. Su objetivo era producir vajillas de alta calidad.

La fábrica logra rápidamente posicionarse como líder nacional en la producción de vajillas finas, gracias a la calidad de sus productos y a una gestión eficiente.

Muy pronto logra un gran éxito y fama. Durante varias décadas, la fábrica experimenta un crecimiento constante, ampliando sus instalaciones y mejorando sus procesos de producción.

La loza de San Claudio se convierte en un símbolo de prestigio y es utilizada en los hogares más exclusivos de España y de otros lugares del mundo.

La fábrica de loza de San Claudio consigue rápido un éxito internacional. A pesar de ser una empresa española, la loza de San Claudio llegó a ser muy popular en otros países como Italia, Chile, República Dominicana, Marruecos, Polonia y Finlandia. Sus diseños elegantes y de alta calidad conquistaron paladares internacionales.

Los ceramista de San Claudio fueron pioneros en la cocción. Siendo los primeros en España en utilizar la técnica de la decoración con calcomanías bajo el esmalte. Esta innovación les permitió crear diseños más detallados y duraderos, lo que les dio una ventaja competitiva en el mercado.

A mediados del siglo XX, la fábrica enfrenta dificultades económicas debido a la competencia de productos importados y a cambios en los hábitos de consumo. Tras varios años de crisis, la empresa se reconvierte y adapta su producción a las nuevas demandas del mercado.

A pesar de los esfuerzos por mantenerse a flote, la fábrica de loza de San Claudio cierra sus puertas definitivamente en el 2009.

A pesar de su cierre, la fábrica dejó un legado importante en la historia industrial de Asturias y en el patrimonio cultural de la región. Sus productos son hoy en día piezas de colección muy valoradas.

¿Qué hace especial a la fábrica de loza de San Claudio?

 Su emplazamiento en San Claudio, cerca de Oviedo, le proporcionó ventajas logísticas y de suministro. Por otra parte, la loza de San Claudio era reconocida por su alta calidad y su diseño elegante. Otro elemento importante fue sun impacto económico ya que la fábrica generó empleo en Asturias durante décadas. Al día de hoy, la fábrica se encuentra abandonada. Aún existen sus instalaciones como testimonio del pasado industrial de Asturias constituyendo así mismo un ejemplo de arquitectura industrial. Nada más ni nada menos que 23.000 metros cuadrados de complejo industrial.

La loza de San Claudio es sin duda hoy un legado que perdura. Aunque la producción a gran escala haya cesado, la marca San Claudio sigue siendo sinónimo de calidad y tradición en la fabricación de vajillas. Hoy en día, puedes encontrar piezas antiguas de colección que son muy valoradas por los amantes de la cerámica.

 

 

Aunque el abandono haya marcado su fin, su belleza perdura, en cada rincón. Un monumento al trabajo, que aún nos conmueve, un pedazo de historia, bajo la luna de Asturias.

Ventanales de la fábrica de loza
Ventanas de la fábrica de San Claudio, donde el tiempo se detiene, yacen los sueños de una fábrica dormida. Hornos apagados, ruedas que no gimen, silencio sepulcral, una historia olvidada. Muros agrietados, testigos del ayer, guardan el eco de un trabajo incansable. La loza, muda, parece susurrar, un canto a la belleza, ahora irreparable. La naturaleza, lenta, reclama su lugar, invadiendo espacios que un día fueron vivos. La hiedra trepa, buscando un altar, donde ofrendar sus verdes sacrificios.
Y en las noches, cuando la luna se asoma, la fábrica despierta, envuelta en misterio. Los fantasmas del pasado, sin demora, reviven sus historias.